010

Conversaciones, n.68

Pienso que la santidad llama a la santidad, y pido a Dios que en el Opus Dei no falte nunca esa convicción profunda, esta vida de fe. Como ve, no nos fiamos exclusivamente de garantías humanas o jurídicas. Las obras que Dios inspira se mueven al ritmo de la gracia. Mi única receta es ésta: ser santos, querer ser santos, con santidad personal.

009

Es Cristo que pasa, n.8

Describo la vida interior de cristianos corrientes, que habitualmente se encuentran en plena calle, al aire libre; y que, en la calle, en el trabajo, en la familia y en los ratos de diversión están pendientes de Jesús todo el día. ¿Y qué es esto sino vida de oración continua? ¿No es verdad que tú has visto la necesidad de ser alma de oración, con un trato con Dios que te lleva a endiosarte? Esa es la fe cristiana y así lo han comprendido siempre las almas de oración: se hace Dios aquel hombre, escribe Clemente de Alejandría, porque quiere lo mismo que quiere Dios.

008

Conversaciones, n.67

Una persona que no progrese por el camino de la vida interior, hasta comprender que vale la pena darse del todo, entregar la propia vida en servicio del Señor, no puede perseverar en el Opus Dei, porque la santidad no es una etiqueta, sino una profunda exigencia.

007

Camino, n.555

¡Verdaderamente es amable la Santa Humanidad de nuestro Dios! —Te "metiste" en la Llaga santísima de la mano derecha de tu Señor, y me preguntaste: "Si una Herida de Cristo limpia, sana, aquieta, fortalece y enciende y enamora, ¿qué no harán las cinco, abiertas en el madero?"

006

Es Cristo que pasa, n.65

La filiación divina es una verdad gozosa, un misterio consolador. La filiación divina llena toda nuestra vida espiritual, porque nos enseña a tratar, a conocer, a amar a nuestro Padre del Cielo, y así colma de esperanza nuestra lucha interior, y nos da la sencillez confiada de los hijos pequeños. Más aún: precisamente porque somos hijos de Dios, esa realidad nos lleva también a contemplar con amor y con admiración todas las cosas que han salido de las manos de Dios Padre Creador. Y de este modo somos contemplativos en medio del mundo, amando al mundo.

005

Surco, n.788

¿Has visto cómo se represan las aguas en los embalses, para los tiempos de sequía?... Del mismo modo, para lograr esa igualdad de carácter que necesitas en el tiempo de dificultad, has de represar la alegría, las razones claras y las luces que el Señor te manda.

004

Amigos de Dios, n.28

El amor de Dios es celoso; no se satisface si se acude a su cita con condiciones: espera con impaciencia que nos demos del todo, que no guardemos en el corazón recovecos oscuros, a los que no logra llegar el gozo y la alegría de la gracia y de los dones sobrenaturales.